Amor propio

Nuestra conexión con el mundo y con lo que es importante para nosotras es un reflejo directo de la relación que establecemos con nosotras mismas.

El amor es una experiencia que aprendemos desde el vientre, cuando estamos potencialmente al corazón de un vínculo incondicional de protección y de seguridad totales con nuestra madre o la persona que asuma el rol amoroso de sostenernos y traducir el mundo para nosotras.

Cuando consideramos el amor como el ingrediente que une todo, tenemos entonces que pensar en cómo el amor nos sirve de lazo con nosotras mismas.

Nunca es tarde para iniciar un proceso de crecimiento personal que parta de evaluar si el amor por nosotras mismas es algo que consideramos existente o inexistente, basándonos en nuestra calidad de vida desde aspectos básicos como nuestros hábitos de cuidado personal que pueden ser por ejemplo la alimentación, el reposo o la higiene, hasta asuntos más fundamentales como la diversión y por supuesto la calidad de nuestras relaciones.

La construcción del amor propio es un proceso que se inicia cultivando espacios de bienestar. Estos se expresan en detalles tales como concedernos la oportunidad de expresar una necesidad puntual de ser cuidada, apoyada o escuchada, hasta permitirse de manera general el poder individual de definir claramente nuestros límites y exigir que se respeten de manera íntegra y sana con respecto a cualquier persona y situación.

Esto es cierto tanto para las personas que nos rodean como para con nosotras mismas, al respecto de nuestros propios patrones internos que pueden llegar a ser hasta destructivos. Es a veces la tarea de una vida identificar nuestras trampas mentales y nuestros círculos viciosos, que sólo podemos reconocer desde una autorevisión crítica de los elementos nocivos que hemos perpetuado en contra de nuestro propio cuerpo, nuestras emociones y nuestro bienestar en general. A veces vale inclusive la pena hacerlo acompañada de un asesor profesional que sepa ayudarnos a mirar dichos patrones con perspectiva y en su justa dimensión, para poder cuestionarlos y explorar nuevas opciones que resulten más afines con el desarrolllo de nuestro ser profundo.