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Los ovarios

Autor: Jaquie Bustamante
14 de noviembre de 2017

Cuando pensamos una gran maquinaria, en general de entrada evocamos su aspecto así como sus componentes y luego buscamos también visualizar el resultado final de lo que le corresponde hacer.

Toda maquinaria, así como todo palacio, resguarda joyas o piezas clave que contienen información de vital importancia, que son como el cerebro que regula las funciones del sistema en su conjunto. En el caso de nuestro sistema sexual y reproductor, estas joyas son los ovarios, comandantes de la regulación hormonal y responsables ya sea de generar una gestación y mantenerla o bien de marcar el ciclo menstrual cuando no se produce una fecundación.

Los ovarios, glándulas pequeñas como nueces, son como semilleros que contienen la vida en su forma más fundamental. A través de las hormonas que secretan, modifican el entorno del cuerpo femenino de manera cíclica para madurar y liberar amorosamente cada mes un óvulo que emprende su recorrido por la rama uterina hasta disolverse, siendo expulsado del cuerpo en forma de menstruación, o hasta encontrarse con un espermatozoide que lo fecunde y eso lo lleve a implantarse en el útero.

Los ovarios son el resguardo de los óvulos, las células más grandes del cuerpo. Dichas células contienen toda la información genética de la mujer y conllevan la capacidad de crear otro ser. Los ovarios se forman durante la etapa fetal con miles de ovocitos, así que los óvulos que potencialmente serán la descendencia de ese feto mujer se originan en el vientre de su abuela. Esta aporta durante el embarazo toda su experiencia como mujer, permeando emocionalmente al conjunto de células portadoras de vida y en ese sentido programa y transmite en una cadena de enlaces toda la información del linaje femenino de una generación a la otra. En una imagen más amplia, veríamos a una madre embarazada de una mujer sembrando en los ovarios de su hija la semillas de la vida y la sustancia elemental que hemos venido heredando desde la primera mujer y a esa hija repitiendo el ciclo en su vida adulta al convertirse a su vez en madre de una hija.

En su tarea de resguardar a los óvulos, el ovario es un órgano altamente especializado. Durante el ciclo menstrual, lleva a cabo una actividad diferente cada día, desde alimentar a los óvulos, pasando por segregar las hormonas que regulan el entorno del cuerpo, hasta finalmente permitir la liberación de un óvulo. En la literatura clínica, los ovarios son también llamados gónadas. Las glándulas equivalentes en el cuerpo masculino son aquellas responsables de producir y resguardar los espermatozoides y ciertas hormonas tales como la testosterona.

Desde la perspectiva espiritual, los ovarios contienen esas semillas que pueden ser potencialmente vida, no sólo en forma de bebés, ya que tienen también la capacidad de atizar en nuestro interior los dones y talentos, la voluntad, fuerza y creatividad que nos animen a darle vida a nuestros sueños y proyectos. Los ovarios, al igual que el resto de nuestro organismo, reaccionan en congruencia con lo que experimentamos a nivel emocional, ya sea consciente o inconscientemente, tanto en nuestras relaciones hacia el exterior como inclusive respecto al buen o mal trato que le dispensamos a nuestro cuerpo. Por ello, es de vital importancia cultivar el equilibrio, ya que estos distintos aspectos de nuestro comportamiento pueden afectar el ritmo natural de los ovarios, dando a lugar trastornos menstruales, hormonales y de reproducción.

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