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La primavera en tu ciclo menstrual

Autor: Mariana Fresán
20 de marzo de 2018

Nuestro ciclo menstrual es un fenómeno que ocurre en cuatro fases: dos fases expresivas o de energía alta y dos fases reflexivas o de energía baja.

Las fases preovulatoria y ovulatoria son las de energía alta y expresiva, mientras que las fases premenstrual y menstrual son las de energía baja y reflexiva. Si hiciéramos una analogía entre las fases de nuestro ciclo y las estaciones del año, podríamos considerar que el equivalente a la primavera sería la fase preovulatoria, la fase ovulatoria correspondería al verano, la fase premenstrual al otoño y la fase menstrual al invierno.

Reconocer estas relaciones nos permite entender nuestros cambios y nos ayuda a establecer una conexión directa y profunda con la tierra y su energía, lo que nos hace más sensibles y conscientes de lo que sentimos y de cómo el continuo movimiento de nuestras emociones es un proceso natural que nos guía en un proceso regular de renovación que se refleja en los ritmos del resto de la naturaleza.

La fase preovulatoria es una fase en nuestro cuerpo en el que resurgimos tras la fase menstrual, así como la vida en nuestro entorno reemerge después del invierno. Esto implica que tenemos más energía, estamos más lúcidas y tenemos ánimos renovados para afrontar retos. Todas estas características son altamente valorizadas socialmente, ya que encajan con el estereotipo de la mujer empresaria, activa, que se dedica a muchas cosas a la vez y que logra cumplir con sus múltiples tareas. Dura aproximadamente siete días, aunque es una fase que muchas mujeres quisieran extender más tiempo, ya que la vida moderna exige una gran cantidad de energía.

Intelectualmente, esta fase preovulatoria, o la primavera del ciclo, se traduce en una mayor facilidad para manejar números y listas, para organizar datos y para procesar información técnica y compleja.

Emocionalmente, se caracteriza por un estado de alegría, gozo, interés por la aventura, empuje para iniciar cosas nuevas y claridad mental.

Físicamente, durante esa fase tenemos más ímpetu y energía, lo que implica que sintamos por ejemplo ganas de tener más actividad física, de mover cosas pesadas, de renovar por completo la decoración de nuestro espacio o de realizar cualquier tarea que signifique fuerza y movimiento.

Sexualmente, durante esta fase nos sale natural entrar en una búsqueda de aventura. Antes de ovular, estamos más dispuestas a nuevas experiencias y debido a que tenemos mayor energía podemos ser más exigentes en cuanto al desempeño de nuestra pareja.

Esta fase permite que las mujeres se reconozcan floreciendo después del proceso de purificación que resulta de la menstruación. Por sus cualidades y características, podemos también relacionarla con la etapa de nuestra vida previa al inicio de nuestro ciclo menstrual, el periodo que va desde la niñez temprana hasta la primera menstruación o menarca.

La fase preovulatoria como la primavera de nuestro ciclo se sincroniza con la estación del año durante los tres ciclos en los que coinciden. Esta es una invitación a observar con interés cómo durante la primavera nuestras energías preovulatorias son doblemente efectivas para iniciar nuestros proyectos y crear una nueva estructura de hábitos y prácticas personales en nuestro cotidiano.

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