Señales de nuestros cuerpos
A veces algo extraño nos ocurre en el cuerpo, algo que no reconocemos; entramos en pánico, googleamos nuestros síntomas y decidimos sentirnos identificados y autodiagnosticarnos, ¿por qué no?, con la peor enfermedad con la que nos encontramos: la más fatal o la más extraña. Hay otras personas que, por el contrario, deciden ignorar cualquier señal y enterrar toda preocupación, con la esperanza de que no fuera nada grave y todo desaparezca solo. Lo ideal sería no estar en ninguno de los extremos, sino de poder mantenerse en un equilibrio medio, para poder reconocer las distintas señales que nos envía nuestro cuerpo.
La fatiga crónica podría ser prueba de un problema de tiroides, un desbalance nutricional, alguna intolerancia a algo que se haya comido, entre otras posibilidades. Puede ser que sea necesario más que un café, si uno se siente constantemente fatigado.
Una mancha rojiza, como una erupción o sarpullido en los pezones puede significar alguna enfermedad como cáncer en los senos. Y es importante ir lo más pronto posible con un doctor, en caso de que alguna manchita sospechosa llegara aparecer.
Si los nudillos se ven inflamados y morados, puede ser señal de una dermatomiositis: una enfermedad del tejido conectivo, en la que se inflaman los músculos y la piel, puede resultar de una infección viral o una reacción autoinmune relacionada con cáncer de ovarios, pulmones o páncreas. Y debe revisarse cuanto antes. De igual manera debe hacerse cuando nos notamos estreñidos, más que de costumbre, así como cuando un dolor de cabeza se vuelve más que insoportable. O cuando notamos que nuestro cabello se adelgaza de manera anormal. Cada una de estas “insignificancias” pueden ser señal de algo peor.
Una cosa es el dolor después del ejercicio, el llamado envaramiento, y otra cosa es el dolor durante el ejercicio. Este dolor puede significar una lesión o herida. El ejercicio llevado al extremo puede provocarnos heridas irremediables y, por lo tanto, podríamos perder todo lo ganado cuando nos ejercitamos.
Es más que importante poder percatarnos de lo que es normal y lo que no, en nuestros cuerpos, para no dejar nada importante de lado. Hay que saber leerse y escucharse a nosotros mismos. Pues, no todo lo que podamos tener resulta peligroso, pero sí puede resultar peligroso no tomar nuestras precauciones.