En la creciente naturalización del manejo de la sangre menstrual, se han difundido rituales o prácticas de ofrenda. Destacan, por ejemplo:
Dilución de la sangre con agua para verterla en las plantas o en la tierra
Sus variantes abarcan desde la simple fertilización de plantas para aprovechar los nutrientes de la sangre menstrual hasta la invocación de los guardianes de la tierra, del espíritu de la tierra a través de una dedicación o un rezo para hacer entrega de la sangre. El depósito de la sangre en la tierra suele realizarse junto con una ofrenda de flores y conlleva la asignación de la planta que lo recibe para fines curativos o medicinales.
Secado de sangre
Consiste en depositar la sangre en una copa o recipiente para su secado ya sea bajo el sol o en la oscuridad. Esta práctica tiene por objetivo conservar la sangre, ya que se seca y adquiere una consistencia sólida. Luego puede ser pulverizada y utilizada por ejemplo como pintura, rehidratándola como si fuera una acuarela.
Quemado de sangre
Una práctica poco extendida es el quemado de la sangre que corresponde a un ciclo menstrual particularmente cargado de intensidad emocional o de dificultades. La sangre se vierte en un papel y se deja secar para después incinerar la hoja y sublimar así la energía contenida.
Tinturas y microdosis
La sangre se somete a un tratamiento parar generar una tintura que después se diluye en microdosis. Sirve para tratar estados emocionales, psíquicos o físicos en desarmonía.
Todos estos métodos se fundan en el principio de que la sangre menstrual no es un desecho sino, muy al contrario, un resultado del proceso creativo que vivimos durante nuestro ciclo.