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Una menstruación sustentable es posible

Autor: Mariana Fresán
6 de junio de 2022

La sustentabilidad de nuestras acciones es nuestra manera de demostrar amor y respeto a la Madre Tierra a través de nuestras decisiones cotidianas. En Angelcup sabemos de primera mano el alcance que tiene el uso de la copa menstrual para el mejoramiento de nuestra salud y la del medio ambiente: de ahí nuestra insistencia en promoverla. Es por eso que hoy, queremos crear conciencia sobre algunas de las nefastas implicaciones medioambientales relacionadas con la fabricación de toallas higiénicas y tampones desechables, para reforzar la importancia de gestionar nuestra menstruación de una forma más armoniosa.

El impacto ecológico de toallas y tampones

En primer lugar, hablemos del tiempo que tardan en degradarse toallas y tampones. ¿Sabías que, con todo y sus envoltorios y aplicadores, tardan entre 500 y 800 años en desaparecer de la faz de la Tierra? Impresionante, ¿no? Y si consideramos la cantidad de toallas que utiliza cada una, estimando en promedio unas 14 toallas sanitarias al mes, sumaremos un total de 6720 toallas en 40 años de vida fértil, con lo que cada mujer genera alrededor de 65 kilos de basura a lo largo de su vida, sólo en productos de higiene menstrual. ¿Y si multiplicamos esa cifra por el número de mujeres en México que utilizan toallas? ¿Y le sumamos además los desechos de las mujeres del resto del mundo? El resultado de la cantidad de toneladas de basura que se generan nos rompe verdaderamente el corazón.

Además, los malos hábitos al desechar estos desechables representan un problema añadido a la ya de por sí preocupante situación. La organización británica Women’s Environmental Network estima que, tan sólo en el Reino Unido, se desechan diariamente por el inodoro cerca de 2.5 millones de tampones y 1.5 millones de toallas que contaminan de inmediato los ecosistemas.  

Cabe aclarar que el daño ecológico no se limita sólo al uso de toallas y tampones desechables, sino que también su elaboración es súper tóxica: se fabrican con distintos tipos de polímeros como el polietileno de baja densidad, poliéster y polipropileno, así como compuestos de algodón y rayón, una fibra artificial proveniente de la celulosa, que se genera a partir de fibras de madera o algodón y representa un 70% de la composición de las toallas desechables. Así que su proceso de manufactura implica una seria deforestación y la extracción de cantidades bestiales de agua que las farmacéuticas van y vierten, luego de contaminarla con montones de productos químicos, en ríos o lagos aledaños. 

Y por si esto fuera poco, las toallas y tampones desechables utilizan un montón de materiales y sustancias tremendamente perjudiciales como resinas, fragancias y cloro. En su proceso de blanqueado, los desechables generan dioxinas, componentes químicos altamente peligrosos y contaminantes que, al entrar en contacto con el medio ambiente a través de gases y aguas residuales, afectan seriamente a la flora y la fauna. La Organización Mundial de la Salud ha instado a las empresas a reducir la formación de dioxinas mediante la instauración de controles en sus procesos, sin embargo, una manera de poner nuestro granito de arena es simplemente suspender el uso de los productos desechables e industriales en general. 

Otra aberración en la fabricación de estos productos es que les añaden agentes aglutinantes como el poliacrilato de sodio; encargado de absorber la sangre menstrual. Este componente que le da una supuesta cualidad “super absorbente” a las toallas, además de no ser biodegradable, se relaciona con el Síndrome de Shock Tóxico, una afección grave producida por una bacteria. 

Por su parte, los tampones requieren de una gran cantidad de algodón, por lo que las compañías encargadas de su elaboración disponen de enormes sembradíos que son tratados con pesticidas y sustancias de alta toxicidad, reduciendo el daño ambiental.

¿Cómo reducir el daño a nuestro planeta?  

La respuesta a esta pregunta es compleja, pero hay acciones sencillas que nos encaminan poco a poco hacia lograr ese objetivo, por ejemplo suspender el uso de productos desechables de higiene menstrual. Y la copa menstrual es una alternativa sustentable, saludable y sostenible de gestionar nuestro periodo. Recordemos que este maravilloso dispositivo es reutilizable y tiene una vida promedio de diez años, con lo que dejamos de contaminar con los desechables y sus envolturas. La copa, al estar elaborada con silicón, no tiene componentes tóxicos, por lo que al final de su vida útil puedes enviarla a un programa de reciclaje especializado en silicón para que la transformen nuevamente en arena.

¿Lo ves? Al replantearnos nuestras decisiones de consumo podemos ayudar a dejar de contaminar tanto el planeta. Sólo necesitamos un poco de disciplina para informarnos y conocer el impacto medioambiental de lo que consumimos. Te invitamos a hacerlo en tu día a día, a fin de honrar con cada gesto el mundo abundante y hermoso que habitamos.

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