El canto y la liberación emocional
La voz es nuestra primera forma de expresión.
Al nacer, nuestra interacción inmediata con el entorno es el grito seguido del llanto que provoca la entrada súbita de aire en nuestros pulmones. Durante los primeros meses, nuestra voz nos permite expresar necesidades y demandar atención ante la sensación de ausencia de la madre o de un cuidador primario.
Desde estas primeras etapas, la voz es una expresión de emociones que rebasan la posibilidad de ser contenidas. El llanto y los gritos le permiten a los bebés experimentar la liberación de la energía.
Durante nuestro desarrollo en los primeros meses, probamos diferentes las tonalidades y los sonidos que podemos emitir. Progresivamente, adquirimos al lenguaje, que genera un puente innegable de conexión y vinculación con quienes nos rodean.
En este proceso, la modulación de la voz y su externización son mecanismos automáticos. El niño emite la voz de forma natural, sin limitaciones. A lo largo de la vida, debido a las experiencias emocionales y culturales, la voz empieza a modularse y a imitar el acento, volumen y contenido de lo que escuchamos en el entorno.
La voz de las mujeres cambia sutilmente en el transcurso del ciclo menstrual: es aguda en el periodo preovulatorio, dulce en la ovulación, más profunda en el periodo premenstrual y grave y resonante en la fase menstrual. Los matices son notorios para quien tiene el hábito de observar sus ciclos. Ya mencionamos que lo que expresa la voz más allá de pensamientos son las emociones. El contenido emocional en cada fase del ciclo va variando y se vuelve un instrumento para liberar tensiones.
El centro de la garganta en el plano energético está íntimamente ligado con el centro emocional del corazón y funge como puente entre el corazón y la consciencia. Algunos ejercicios nos ayudan a explorar posibilidades a través de la emisión de sonidos. Puede comenzarse con una exhalación sonora del sonido “ahh” en una progresión en la que poco a poco se alarga el sonido y se conecta con movimiento, observando si se despierta algún tipo de emoción.
También se recomienda generar sonidos que desafíen la modulación habitual, pasando de tonos muy graves a muy agudos varias veces de ida y vuelta, como hacen los niños al explorar su voz. Este juego genera un canto espontáneo y lúdico, en principio lleno de alegría y liberador. Sin embargo, según las circunstancias e historias personales de cada quien, la voz puede encontrar bloqueos emocionales. En esos casos, la emisión de “El Grito”, que en algunas técnicas se conoce como “Grito Primal”, permite trabajar sucesos y aliviar el dolor contenido en alguna parte del cuerpo o en la garganta misma.
Estos ejercicios de liberación con la voz son frecuentes en la preparación para el parto y en otros ámbitos terapeúticos; sin embargo, en nuestra vida cotidiana observamos el uso de la voz como vehículo de desahogo a través de canciones, que al tener letras generan no sólo una liberación sino además una programación neuronal. Para valerse de esta técnica con fines de sanación, se recomienda la asistencia de un profesional del trabajo emocional.