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La mujer madre

Autor: Jaquie Bustamante
29 de agosto de 2018

Al ampliar nuestro panorama considerando que en el marco de un trabajo personal de menstruación consciente todas las mujeres somos creadoras, la etapa de la madre en la vida de las mujeres inicia con la menarca o primera regla.

Fisiológicamente, en cada luna se gesta un proceso que, más allá de que resulte o no en un óvulo fecundado, conlleva la oportunidad de crear y desarrollar algún sueño o proyecto. Este es un don que acompaña a cada ciclo.

Si bien la elección de engendrar hijos o no es un tema controversial debido al peso que se la ha atribuido culturalmente al cumplimiento de este rol, lo cierto es que todas las mujeres somos potencialmente madres de algún tipo de creación. Entre los atributos de lo femenino se cuentan la capacidad de nutrir y de sostener procesos creativos desde la belleza con un propósito de servicio. Todo proyecto exige una inversión de energía, una etapa de gestación y un alumbramiento, comparables al proceso de parto de un retoño humano.

El ejercicio de la maternidad y crianza de hijos biológicos es un espacio de la vida de las mujeres que abarca toda la vida a partir de la consciencia del embarazo. La mujer madre, debido a la exigencia y necesidad de esta profunda transformación, genera y adquiere habilidades que en su vida anterior no se manifestaban por no tener en esas circunstancias una razón de ser.

El proceso de desarrollo de la mujer durante el embarazo está estrechamente ligado al del ser que se gesta en su vientre. En cierta medida, una mujer embarazada se gesta a sí misma en su rol de madre a lo largo de sus nueve lunas. Inclusive después del nacimiento, el bebé y ella mantienen procesos paralelos. El cuerpo se adapta y cambia para dar lugar a una nueva vida y esto implica una transformación radical, no sólo en cuanto a los recursos de tipo material, sino también a aquellos de tipo emocional, mental y anímico que se despliegan para responder más allá de una comunicación verbal. El bebé, a través de un meta-lenguaje que les es propio, le da a entender a su madre sus necesidades y deseos. Esta comprensión sublime es una expresión del potencial espiritual de la mujer.

Los modelos de crianza y formatos de maternidad son tan variados como las personalidades e ideologías de cada mujer o de cada familia. Lo cierto es que la etapa de la fertilidad plena trae consigo la posibilidad de realizarnos en cada uno de los proyectos que damos a luz.

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