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Menstruación en bicicleta

Autor: Mariana Fresán
20 de marzo de 2016

Por mucho tiempo he batallado para encontrar una forma de no arrumbar la bici una semana cada mes.

Primero, es muy difícil convencerse a una misma que hay que dejar el sofá calientito para estirar las piernas. Y eso que sé bien que, en cuanto el cuerpo se ejercita, los cólicos desaparecen, los músculos pesados vuelven a oxigenarse y regresa una sensación de bienestar.

Segundo, fue difícil batallar con los productos plásticos que ofrece el mercado. Las compresas se hacen bola dentro de la ropa interior. Las toallas con alas siempre me dejaron irritado el interior de los muslos por todo el roce. Y eso sin contar el sudor que deja el plástico y que llena de dudas acerca de si es sólo agua o ya hubo un derrame.

Los tampones parecerían ser “más amigables” para hacer deporte. Pero absorben la humedad natural de la vagina y la resecan, además que los químicos que tienen son riesgosos para la salud y pueden provocar un aumento en el sangrado. Eso sin contar que muchas usuarias de bicicleta declaran que el hilillo les roza al pedalear.

La opción de la copa menstrual ofrece montones de ventajas: no reseca las paredes como los tampones, ni deja residuos, además de que no te deja con la duda si hay un derrame pues se mantienen en lugar por horas.

La desventaja es la incomodidad que se puede presentar las primeras veces, relativa a su colocación, pues el tallo puede quedar más largo de lo que necesitas para que no roce al pedalear. Es cuestión de prueba y error: probar a cortarle más al pabilo hasta que quede a una longitud en que no roce y te siga siendo posible retirarla sin dificultad.

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