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La ofrenda de luna

Autor: Jaquie Bustamante
21 de noviembre de 2018

Cada vez con mayor frecuencia encontramos información en torno a la ofrenda de la sangre de luna, o sangre menstrual.

Este trabajo es una de las formas más ancestrales a través de las cuales las mujeres mantienen una conexión con la tierra o se rearraigan.

El agua de enjuague de los lienzos de tela que usaban nuestras abuelas durante su menstruación ha servido de fertilizante de cultivo desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, en un contexto ritual, la ofrenda de la sangre se puede realizar directamente sentadas en la tierra, como un momento de contemplación frente a un fuego o de meditación sobre la propia naturaleza.

La ofrenda de sangre comprende un ritual de intención de renovación y de devolución a la tierra de la energía vital que nos viene de ella, que se expresa cíclicamente en nuestro bioritmo a través de la menstruación. Fácilmente recolectada al usar la copa menstrual, esta sangre es vehículo de íntima comunicación con la Tierra, reconociéndola como el espíritu que todo lo provee.

La sangre menstrual, a diferencia de la que derramamos dolorosamente por enfermedad, por heridas de combate o por accidente, es un fluido que hace patente nuestra capacidad de dar vida. Nuestro flujo se involucra energéticamente con todo lo que concluye o lo que se vive durante el ciclo a los niveles mental, emocional y espiritual.

A través de la sangre, se agradece y se intenciona un rezo al entregar el fruto del ciclo que termina. En su introspección, la mujer puede generar mayor consciencia para profundizar sus relaciones y pensamientos y su conexión con el mundo espiritual. La sangre será entregada como la semilla que se germina, se cultiva y se cosecha bajo los cuidados y el entendimiento de que el resultado es un tesoro y no un desecho.

La ofrenda de sangre incluye la impecabilidad en la palabra, de la acción tanto para con una misma como hacia los demás, y del pensamiento, para retribuirle con dignidad al espiritu divino de la tierra.

La sangre que puede ser diluida en agua y servir como agua nutritiva para riego, irradiando la energía y los dones del ciclo.

La sangre que se cosecha de un periodo con experiencias desagradables, de sufrimiento o en el que nuestro comportamiento haya sido turbio no es adecuada para ofrenda y precisa un proceso de liberación y transmutación de la energía densa que la conforma.

El ritual para realizar la ofrenda implica el uso de la intuición y cada mujer encuentra sus protocolos. Sin embargo, es preciso subrayar que no se recomienda mezclar nuestra sangre con la de otras mujeres ni realizar la ofrenda en un espacio que no sea propio.

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