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¿Tú qué compartes con las mujeres que te rodean?

Autor: Janis
7 de marzo de 2022

No sé tú, pero yo… pues tuve una adolescencia bastante tortuosa. Desconfiaba mucho, de mí y de todos, y por eso me reservaba mis opiniones y mis vivencias profundas para mis adentros. Con mis amigas hablábamos de la escuela y su fauna, obvio de las personas que nos gustaban, de comida (tema favorito de ayer, hoy y siempre!!!) y si acaso, más bien por encimita, de temas más “personales” como asuntos relacionados con familiares y otras personas cercanas. Pero no fue sino hasta ya bien entradas en años que se nos fue ocurriendo hablar de nuestros universos personales más verdaderamente íntimos. 

Por alguna rebelde razón, desde relativamente pronto consideré que si yo padecía en carne propia malestares menstruales que no había pedido y que de ninguna manera me merecía, no tendría por qué ahorrarle a la gente de mi entorno enterarse de que me estaba bajando, haciendo hincapié en que eso era fuente de mucha incomodidad. Pero de ahí a hablar de mi regla, así lo que se dice hablar, me parecía inconcebible. Creo que, para variar, esto de sincerarme y de poco a poco ahondar en mi ciclo y sus particularidades y gradualmente de reconciliarme con mi ser mujer es algo que también le debo a la copa. Vivía en Canadá cuando la descubrí a finales de los 90’s. Era un accesorio todavía muy marginal hasta en aquellos lares, así que en México ni se diga. Un buen día me la presentaron y la empecé a usar. Mi vida dio un giro y de inmediato le fui contando a quien se dejara: a mi novio que me acompañó fascinado desde que la introduje y la saqué por primera vez, a mis compañeras de casa, a mis primas, a mi mamá, a mis amigas hermagas… Así que en la primera oportunidad, compré varias copas para darlas a conocer y repartirlas entre las interesadas. Y ya, a partir de ahí nuestros respectivos ciclos empezaron a ser tema real de conversación, cuando no de plano protagonistas. Y también lo ha sido nuestra sexualidad, más allá de los clichés. Y nuestra psique, la luminosa tanto como la oscurona. Y muchos otros temas que en tiempos anteriores habían sido tabú para mí.

Y no sé si a ti te pase, pero resulta que seguido, cuando hablo con alguien y sobre todo cuando esa persona me hace preguntas que yo no me había hecho aún y escucha mis respuestas, y que tal vez las contrasta con sus experiencias o me comparte sus perspectivas, yo como que pongo mis ideas más en orden y eso generalmente me ayuda a entenderme a mí misma de maneras nuevas y novedosas. Y no es que siempre estemos de acuerdo ni que coincidamos necesariamente en nuestras posturas ante la vida, claro, pero sí aprendemos a conocernos más a fondo, mutuamente pero también cada quien en sus adentros.

Abrirse a compartir y a conciliar puntos de vista diversos y hasta paradójicos amplía nuestros horizontes tanto internos como externos y enriquece nuestra vida. Para muestra, basta un botón: mucho del éxito de la copa menstrual, así como de otras múltiples ideas que son benéficas para el mundo, florecen cuando se van compartiendo entre más y más personas.

Marzo es un buen mes para tomarse un tiempo y reflexionar: ¿y tú, qué compartes de ti misma con otras personas? ¿Qué compartes con otras mujeres? ¿Y qué tanto más te gustaría compartir?

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